Ni como en La Celestina, en la que, fuera de toda lógica, incluso los analfabetos hablan cultamente; ni como en Rayuela, intento ineficaz de laberinto clarificador. Tampoco las admirables Soledades o Altazor. Esas y tantas otras obras interesan en tanto vivifican el lenguaje y muestran su flexibilidad. Pero si verdaderamente importan es porque consiguieron simultanear en el hallazgo expresivo el contenido humano que perdura: la búsqueda, el rostro de lo inefable; el resto de su mérito queda para el lingüista estudioso, no para el hombre culto, y menos para el hombre común.
Ni hermetismo ni ramplonería. Precisión, claridad, exactitud. Desentrañar lo oculto, mostrar lo luminoso de las sombras.
2)
Se quejaba >>Villarroel del despectivo trato que el lector mantiene con los autores. Otros, como >>> Cantero achacan el distanciamiento entre unos y otros a la mala calidad de los poetas). Suponen, en fin, que es por la escasa entidad del texto. Y para evitarlo propone Miguel Heredia una receta poética.
"Inundación arcaica de infinita turgencia...", empieza un poema. El autor probablemente sintió que la identidad del poeta se escribe dejándose avasallar por la inspiración, considerándola un soplo divino inalterable, hijo de las musas.
Nada más lejos, viene a decir Heredia en su recetario: el corazón y la razón, la visión y la técnica, son los que otean y pulen la palabra que contiene el elemento lírico. Muchos saben versificar, pocos logran construir un poema, solo unos escasos "sentipensadores" consiguen expresar ese tatuaje mágico que es la lírica. La lírica le pertenece al visionario que piensa lo que siente y lo expresa con la música idónea, la densidad exacta, la voz más primigenia y prístina.
El siguiente soneto -de Heredia- resume lo anterior e indica la dificultad de llegar a ser un poeta esencial, retratador del mundo y no de su embeleco y apariencia. Difícil trabajo el de escribir un poema, cuanto más un soneto; porque (Verlaine): Oh, qui dira le torts de la rime!
Descifrando el enigma
No te dejes vencer por la primera
invasión de palabras; la pasión
es solo una premisa; la razón
la concluye con voz sabia y certera.
¿No lanza el manantial su torrentera
inicial con la furia de un ciclón
y convierte sus truenos en canción
cuando calma en el llano su carrera?
Así nace el poema, construido
desde un soplo febril necesitado
de una dicción idónea, densa, escueta.
Muchos poetas en el mundo han sido.
Pocos el alma humana han cincelado. (*)
¿Cuántos poetas saben ser poeta?
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(*) En otras ediciones este verso aparece así:
Estos días, poesía (III): Hurtado de Mendoza...
Estos días, poesía (IV): Perdido ... entre la gente
Estos días, poesía: (V): Aldana
Estos días, poesía (VI): Cervantes
Soneto desde Azulinda (Estos días, poesía, VII)
Mentira disfrazada es la verdad (Estos días, poesía, VIII)
Definiendo el amor (Estos días, poesía. IX)
El rostro de la amada (Estos días, poesía. X)
El amor invisible (Estos días, poesía. XI)
La castidad del amor (Estos días, poesía, XII). Somoza
Miedo al amor (XIII) Góngora, Sor Juana Inés
Del ser y el parecer (Estos días, poesía, XIV). IriarteDictaduras del amor (Estos días, poesía, XV). Iriarte
Qué palabras decir para decir "te quiero" (Estos días, poesía, XVIII). Neruda
Carnavalandia (Estos días, poesía, XVII) Anónimo XVIII
Resucitando a la amada (Estos días, poesía, XIX). Cadalso
Tras un amoroso lance (Estos días, poesía, XXI) Espinosa
Ascensión de la mujer (Estos días, poesía, XXII). Argensola
El fuego del espíritu (Estos días, poesía, XXIV). JRJ
Vía unitiva (Estos días, poesía, XXIII). Heredia
Amor y Sicalipsis (Estos días, poesía, XXV). Lirikovna
Tragedia del amor muerto (Estos días, poesía, XXVI). Gabriela MIstral El amor de los donjuanes (Estos días, poesía, XXVII) La Incaica
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