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miércoles, 10 de febrero de 2021

Dictaduras del amor (Estos días, poesía, XV). Iriarte

 

Beethoven: La consagración del hogar

El dolor del desamor y el placer del amor se merecen la liberación del sufriente y gozante del enamoramiento, cosa viable si se desdiviniza el amatorio embeleco. El amante vive y muere para la amada, y por ella; a veces muere más que vive, según esta pastilla juanola: la dama le ha sorbido el seso al caballero y este no es sino un satélite de su astro de amor: malestares y enjuanamientos de la convivencia mal entendida y peor administrada. Rutinas que el mismo Iriarte subrayaba en el soneto del "caballerito" (Pulsar AQUÍ)

El amador debe distanciarse, para ello, objetivarse, ver que su enamoramiento se ha convertido en un matrimoniamiento que el tiempo pavoriza. La fascinación inicial ha sido sustituida por la cotidiana aburridez y lo que fue adoración embelesada ya es una dictadura: si antes, abstractamente, todo estaba enmujerado, ahora, concretamente, todo está enjuaneado.

 Trabajos por Juana.

Pensando en Juana tomo siempre el sueño;

Juana mi reflexión de noche afana;

pienso en Juana también por la mañana

y Juana a todas horas es mi dueño.

Juana me desanima con su ceño;

Juana otras veces me parece humana;

severo estoy, según me mira Juana;

según me mira Juana, estoy risueño.

Sin Juana estoy y a Juana tengo al lado;

no es imperio el de Juana: ¡es despotismo!

Juana es en mí un espíritu arrimado

y para Juana no hallo un exorcismo...

¿Ves cómo este soneto está enjuanado?

Pues aún más enjuanado estoy yo mismo.



 

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