El muy encorsetado Neoclasicismo no diseñaba en paralelos criterios la realidad social y la mental. Y así, mientras se predicaba ética, honestidad y creíbles falsedades, el Moratín padre sintió la picazón natural del sexo en estos versos que no llegan a su libidinoso y extenso Arte de putas, dedicado a la lubricidad, cuyo principio consta más abajo (*).
Don Nicolás justifica su ansia de achuchones por el hecho irrefrenable de "que si es tímido amor no es verdadero". Por eso pretende demostrar que el suyo es verdaderísimo tratando de explorar otras regiones aún no holladas, puesto que no puede ser tan malvado el amor que dé el hambre y no la comida:
Atrevimiento amoroso.
Amor, tú que me diste los osados
intentos y la mano dirigiste
y en el cándido seno la pusiste
de Dorisa, en parajes no tocados;
si miras tantos rayos, fulminados
de sus divinos ojos contra un triste,
dame el alivio, pues el daño hiciste
o acaben ya mi vida y mis cuidados.
Apiádese mi bien; dile que muero
del intenso dolor que me atormenta;
que si es tímido amor, no es verdadero;
que no es la audacia en el cariño afrenta
ni merece castigo tan severo
un infeliz, que ser dichoso intenta.
(*)
HERMOSA Venus que el amor presides, |
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y sus deleites y contentos mides, |
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dando a tus hijos con abiertas manos |
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en este mundo bienes soberanos: |
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pues ves lo justo de mi noble intento |
5 |
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déle a mi canto tu favor aliento, |
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para que sepa el orbe con cuál arte |
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las gentes deberán solicitarte, |
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cuando entiendan que enseña la voz mía |
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tan gran ciencia como es la putería. |
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