En un mundo en el que vivimos 8 mil millones de cerebros solo hay una manera de sobrevivir: entendiéndonos. Y para ello primero debemos aceptar que podemos equivocarnos y que solo los acuerdos entre unos y otros pueden salvarnos. Si reducimos a dos el número de inteligibles -la pareja-, vemos que aun así es difícil ese entendimiento, pero imprescindible. Así que aprendamos a escuchar como queremos ser escuchados. Empecemos por dejar hablar y argumentar antes de contestar, protestar o interrumpir como si nuestro pensamiento fuese el único importante: porque si no la conversación se convierte en disputa, el tema se va por otros caminos y finalmente no sabemos qué queríamos decir.
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