¿Qué sería del hombre sin sus sueños?
Durante siglos como eternidades
vivió el hombre a la sombra de la luz,
fuera de la razón, en las cavernas
de la intuición veloz y el lento silogismo;
yo encendí bajo el párpado una antorcha.
Yo descubrí el enigma de la Esfinge,
conseguí cabalgar las olas con navíos,
fingí el corcel troyano, di a Aristarco
la forma de la Tierra, liberé
al artista de su barbarie; el barro
se convirtió en estatua; la línea y el color
forjaron los espejos de paisajes y rostros;
el sonido fue música.
No hay página que no haya escrito yo,
ya sea de agua, de sangre, tinta, o piedra.
Yo soy la efigie de la voluntad,
el paroxismo, el éxtasis, la duda
vencida y convertida en existencia,
el origen, el tuétano, la causa
de cuanto habéis llamado Humanidad.
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