Publiqué, ante el asombro de algunos de sus prójimos, que lo daban por difunto para las letras, un libro de José Luis de la Vega, en la colección Indicios: "Los esfuerzos inútiles".
En el poema aquí inserto, la voluntad de contundencia expresiva se manifiesta en la elección del endecasílabo anafórico y pretencioso de visionarismo, expuesto desde el primer verso, en el que aparecen tres ingredientes: ritmo oncesílabo, mirada "hacia adentro" y la ceguera del "veo" -repetido cada dos versos, salvo en la continuidad de los dos primeros- para todo lo que no sea paisaje intimista y malheridor.
El ritmo de la enumeración caótica paralelística se rompe en el último verso, que empuja y retrotrae la prosodia a la quinta sílaba, y en el verso diez, en el que el inicial "veo" se pronuncia como un monosílabo al no poder unirse con sinalefa a la palabra siguiente, como hacen todos los demás ("Veo la fiebre del mar...", dicción esta que, unida al anterior "fuego del mar", recuerda -no sé si como sustrato u homenaje- el título de Gimferrer).
El poema, sustentado levemente en el irracionalismo, parece querer dejar en el lector la impresión de que la única realidad de la existencia es su catastrofismo, verbalizado desde la soledad.
Tras la mirada de los "ciegos", quedan los "navegantes", el "mar" de Valéry, las pétreas "dentelladas", los "manantiales", el "aire", el "condenado", el "murmullo" del mundo... convertido todo ello, como un magma, en palabras. "Lo demás es silencio", devastación de los sueños, parece decirnos el autor.
EL CIEGO
Veo hacia dentro como ven los ciegos.
Veo a los navegantes y su pánico
a las orillas de la realidad.
Veo el fuego del mar, esa cornisa
donde suenan las voces de los muertos.
Veo las dentelladas de las rocas
en el festín de la desolación.
Veo los manantiales de las islas
en los ojos insomnes del saludo.
Veo la fiebre del mar que me estremece
y el pétalo del agua que me abriga.
Veo el aire inflamado de las nubes
en el rostro invisible de la noche.
Veo el silencio de los condenados
y los murmullos de la muchedumbre.
Veo a través del sueño las palabras
donde he escrito toda la soledad.
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