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miércoles, 12 de mayo de 2021

Escribir bien

 

Haendel: Música para fuegos de artificio


¿Escribir bien? Para qué. 

Cualquiera puede escribir bien. Basta con empeñarse en aprender. ¿Pero sentir bien y convertir las emociones en un buen pensamiento emocional expresado idóneamente? Eso es lo difícilmente alcanzable por demasiados y alcanzado solo por unos pocos. Hay muchas cosas innecesarias sobre las que decir -y que los decidores de oficio dicen innecesariamente- y pocas cuya dicción sea imprescindible. Estas son las que apresan la sustancia humana y trazan el ADN de la identidad histórica, vigente en cada época. ¿Pero a quiénes les importa tal empresa?

¿Escribir bien? ¿Ordenar las palabras certeramente para remitir al lector una buena prosa, unos rumiantes versos -tener éxito-? ¡Claro! Hay que satisfacer también al homo ludens. Aunque eso es insatisfactorio para el homo sapiens. Este escribe para el lector que busca su íntimo rostro -la efigie trascendente- en lo que lee, el que sufre y goza porque por sí solo no se basta para hallarla y necesita la ayuda de quienes la han visto y se la legan. Hay un lector al final del horizonte, un múltiple lector indefinido, construido con ansias y fracasos de lecturas que no satisficieron más que su frívola materia, que no se contenta ni con frivolidades ni con bellecismos ni chupatinterías de tanto chupatintas. 

¿Cuántos preferirían ser -como son- pésimos escritores si ello fuese -como es- el pasaporte a la fama? Sin embargo, hay tantos de esta guisa que es imposible que todos consigan ser premiados con el diploma de "el Peor de los peores". La coetaneidad es muy injusta, ya se sabe. Y tienen, muchos, que grupuscularse para ser "famosos" entre los 17 coma cinco -o coma seis...- miembros de la gran poesía... 

Sentipensar, sentivivir en la escritura, nombrar lo no nombrado, donar la vida en la palabra exacta, inmortal por resurrecta. Crear un cuerpo y una mente humana: escribivir. 


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