En 1951
Un instante mortal
Mira el hombre la vida y ve la muerte
agazapada ya en su nacimiento,
y le asalta un creciente sufrimiento
porque en todo halla el rostro de la muerte.
agazapada ya en su nacimiento,
y le asalta un creciente sufrimiento
porque en todo halla el rostro de la muerte.
"No hay infierno mayor que el de la muerte",
le dicta, contumaz, su pensamiento;
y ese inerte y voraz presentimiento
signa su sumisión ante la muerte.
Las perfumadas rosas enaltecen
el claro amanecer puro y gozoso,
y en su breve vivir siembran templanza.
Alrededor los pájaros parecen,
con su cántico alado y melodioso,
ajenos a la muerte y su acechanza.
con su cántico alado y melodioso,
ajenos a la muerte y su acechanza.
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