ESCUCHAS EL PESO… (*)
Escuchas el peso
de esta luz nacida del verano,
su final latiendo, su vacío
gris como otra causa
en más amor. Insalvable
vestigio, reducto en lo que nombra
la levedad del tiempo. Y cómo hallar
el pequeño prodigio cada día,
la templanza cierta para dar el aire.
Entregas la voz y guardas la sombra, y buscas
la puerta hacia ese fondo,
hacia el grito precavido e irreal.
Es el prudente sol sin descendencia,
la hermosura de las cosas.
El manto dormido
que se vence hacia otro invierno,
luminaria en los bosques y en las aguas.
Y ahora quede
sólo este silencio, bailen
las pavesas en su lenta cicatriz,
en sus labios mudos, en su gesto
rasgado hacia la unión. Y profanar
el golpe, el bien hallado
reposo, la oscura piedra
hacia el canto desnudo que me invade.
Luis Llorente (inédito)
(*)
En este poema pretendo reflejar cierto sentido trascendente de la belleza. Algo que se trasluce en lenguaje, y también en la piel del silencio, en su lado simbólico e integrador. Y la mirada como forma de atrapar el instante. Como dijo Claudio Rodríguez: Miserable el momento si no es canto.
Esa búsqueda en la palabra y en la mirada: “el nombre conseguido de los nombres”, como dijo Juan Ramón. Y su música escondida.
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