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miércoles, 7 de octubre de 2015

Supervivencias del saber (La conquista del saber, 16)


                              XVI

De las supervivencias del saber

Aquellos que pretenden acabar
con la cultura olvidan, contumaces,
que el ansia de aprender, la voluntad
de saber, es tan firme y poderosa
como el instinto de supervivencia
y la curiosidad connatural,
genética, insaciable y progresiva.
La prohibición es una invitación
a conocer cuanto se nos prohíbe.
El hombre necesita prolongarse,
aventurarse en retos, expandirse;
el hombre necesita la creación
y, para hallarla, la sabiduría;
pues la creación consiste en darle un orden
al universo desencuadernado,
como dijera Dante en su Conmedia,
imaginando el cosmos como un libro
-que, según Galileo, solamente
podría descifrarse en plenitud
con el lenguaje de las matemáticas-.
Basta aprender responsabilidad
para que todo ocurra como debe:
saber para encontrar identidad.
¿Resulta extraño que Alejandro Magno,
en medio de tragedias y conquistas,
releyese La Ilíada y La odisea
para ensanchar su mente altiva y ávida,
como alumno que fuera de Aristóteles?
¿Extraña que en el siglo XVI
Lucrezia Squarcia, prostituta errante,
guardase entre sus faldas ejemplares
de Petrarca, de Homero y de Virgilio
con los que descansar de sus fatigas
buscándole sentido a su vivir?