La catedral de Rouen
La catedral sumergida
Como un álamo altivo alanceando el cielo,
la catedral se eleva igual que un monstruo aladoComo un álamo altivo alanceando el cielo,
que quisiera ser ángel en la grupa del aire.
Los pinceles insomnes persiguen desde el alba
al crepúsculo el canto de todos los colores,
la efigie más exacta del rostro de los sueños.
Un diluvio de brillos y penumbras se mezcla
en la paleta, errante entre el el día y la noche.
Nímbeas gotas de lluvia titilan en el cuadro
y sus irisaciones sinestesian el vértigo.
La armonía de luces y de sombras fundidas
desdibuja un gigante multiforme de piedra
y de mitología, crisantemos, esfinges.
Capiteles y cirios levitan en el alma,
vidrieras y teclados, pergaminos e inciensos.
¿Caleidoscopio, viaje hacia el sol, luciérnaga
destellando entre fieros exorcismos?
¿Cuánta luz hace falta para que el corazón
se ilumine y advierta la muerte de los dioses,
el panteón erguido clamando su epitafio?