Siempre amé contemplar en el ocaso
la inmensidad final del horizonte,
donde el cielo se funde con la tierra
y emerge convertido en un océano
de púrpura y ceniza, fuego y agua.
Veo allí un paraíso ya olvidado,
preso entre el atavismo y la conciencia.
Sé entonces que estoy hecho de materia
constelada, de estrellas, minerales,
de pájaros y luz; y siento en mí
la reverberación del Universo.
Sumido en la abisal contemplación
de las sombras fulgentes, imagino
laberintos y espacios insondables
que me estremecen y a la vez me calman.
Una errante armonía transfigura
mis sentidos y todo es plenitud,
pues me deja su música el instante
y me abraza la intemporalidad.
Lleno de infinitud, el pensamiento
quisiera comprender, pero es feliz
porque siente hondamente el sortilegio
y acepta su prodigio inescrutable.
Ir a
Millais: Llegada al paraíso
Guillermo Bellod: La invasión del sinántropo
Monet: El cielo no está tan lejos
ONIRIA.COM
Durero: Canticus Hímnico
Delvaux: Rebelión de la criaturaMillais: Llegada al paraíso
Guillermo Bellod: La invasión del sinántropo
Monet: El cielo no está tan lejos
ONIRIA.COM