Legado
Princesina se decidió, por fin.
Había dudado mucho. Lanzarse a una aventura cuyo horizonte era desconocido, aunque sería ella quien ordenase su presente...
¿Llegaría a conseguir la estatura síquica de Oniria?
Sin embargo, ¿por qué competir con una idea? Bien sûr: ni siquiera Oniria fue como es Oniria.
De eso se trataba: de no tener miedo a amar, de no temer enfrentarse al monstruo del fracaso, que, como toda bestia, se hace más grande cuanto más lo tememos.
Y llegó Princesina.
Y todo fue maravilloso.