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lunes, 30 de enero de 2012

Un poema de Pablo de la Rosa (Antología, XIII)


EL EQUILIBRIO DE LOS ASTROS



Luego de muchas vueltas en la cama
tratando en vano de abrazar el sueño;
desempolvando algún recuerdo triste
que me acompaña y me acompañará
hasta que la vejez me desconecte
de mi propio pasado; percibiendo
oscuramente algún dolor difuso
que empieza poco a poco a concretarse;
pensando todo lo que pudo ser
pero no pudo ser; atribuyendo
una admirable biografía a esa
mujer que me he cruzado por la calle;
oteando el futuro mientras doy
media vuelta a mi cuerpo en la parrilla
enojosa del lecho..., finalmente
me levanto aturdido. Todos duermen
en la casa. La noche es aún muy noche,
y yo subo despacio los peldaños
hacia el estudio. Sobre el suelo brilla
un gran charco de luz. Por la combada
claraboya del techo veo la luna
helada del invierno, que me lleva
hasta otro invierno gélido y remoto.
Mi padre entra en el cuarto y ya se inclina
sobre la cama para ver si duermo,
con el esmero de quien sostuviese
el frágil equilibrio de los astros.
Quizás musita una palabra, porque
un vaho se desprende de su boca.
Un momento después, cierra el postigo
por donde entra el claror que me desvela,
antes de retirarse hacia su noche.

                                                                  Pablo de la Rosa