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sábado, 21 de enero de 2012

Un poema de Pilar Blanco (Antología, VII)




Mester antiguo






Como tablillas de leproso que advierten de su paso, hago
            / sonar mis versos.


Que los demás se escondan del gesto carcomido, de la
           / amenaza con que alertan


jirones de otras vidas. El dolor.


Recuerdan la verdad, la eludida, la turbia,


nos imponen su obscena compañía.


Hago música informe con mis versos. Sé que nada se espera de
          / este canto de nadie, harapos y muñones de otros versos,


ecos de enajenada propiedad.


Este despojamiento de la carne que no es, de lo cierto que hiere


acompaña el sonido


con que inserto en el mundo la conciencia del mal.


Que no me calle nadie o no entienda mi lengua;


soy mi propio enemigo que acecha en el espejo.


Que no detenga nadie lo que no va a nacer.