- Amar quiere decir amarse menos a sí mismo que a quien se dice amar.
- Por lo tanto, jamás preferir el propio bien al bienestar ajeno.
- Y, por lo mismo, nunca decidir nada sin acuerdo del otro.
- Es decir: actuar siempre de modo que ambos amantes sean los beneficiados.
- Lo que viene a significar que nunca uno de los dos elegirá solo por sí mismo, ni siquiera por creer que su elección es la mejor para el otro y los dos.
- Y también: que todos los sentimientos pasarán por el filtro de la razón.
- Que imperará la realidad tangible sobre el "romanticismo" ad libitum.
- Que nada hay más constructivo para el enamoramiento que las promesas eufóricas.
- Y nada más destructivo para el auténtico amor que las promesas incumplibles.
- Que el enamoramiento es un fanatismo invisible al que hay que esculpirle un rostro razonable.
- Y también: que todos los sentimientos pasarán por el filtro de la razón.
- Que imperará la realidad tangible sobre el "romanticismo" ad libitum.
- Que nada hay más constructivo para el enamoramiento que las promesas eufóricas.
- Y nada más destructivo para el auténtico amor que las promesas incumplibles.
- Que el enamoramiento es un fanatismo invisible al que hay que esculpirle un rostro razonable.
- En resumen: que amar es responsabilizarse del propio corazón y del ajeno -incluso más de este-.
- O sea: el amor es una democracia de dos en la que mandan dos y nunca uno.
- (Y sin embargo, ¡ay! : cuántas veces la tiranía del uno sobre el otro -por confundir amor con amor propio y egotismo con egolatría o egoísmo- rompe la dulce democracia de esos dos que quisieron ser uno).
¡Solo quien sabe amar se transfigura!
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