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viernes, 3 de agosto de 2018

Hijos, padres, abuelos (El abrazo frutal)

Elgar: Nimrod


- Mandolina: Explícamelo otra vez.
- Mandolino: Primero somos hijos: y dejamos de serlo cuando nos vamos a nuestras vidas.
     Luego somos padres: y dejamos de serlo porque nuestros hijos se van a sus vidas.
     Después somos abuelos: y lo somos temporalmente porque nuestros nietos solo lo son cuando sus padres nos piden ayuda. 
     Nuestra identidad está formada por ese encadenamiento. ¿Quién nos acompaña a lo largo de nuestra vida de adultos y hasta la muerte? ¿Nuestros padres, nuestros hijos, nuestros nietos? No: esos pasan por nuestra vida y nosotros pasamos por las suyas. Somos y son circunstancias; muy amadas, pero circunstancias; fragmentos de identidad.
     Los únicos que nos acompañan desde el comienzo hasta el final son nuestras parejas, maridos, esposas… , que son quienes nos apoyan y a quienes apoyamos. Y por eso es prioritario escoger buen compañero o  buena compañera de viaje. Para esa persona somos una esencia, no una circunstancia. Todos los demás siempre regresan a sus vidas. Solo esta persona permanece en la nuestra.
     Tal vez digas que en el mundo no ocurre así; pero es que el mundo no ha entendido bien el do ut des: que engendrar otras vidas no nos obliga a matar la nuestra. Por eso: Yo me voy a una isla en la que los corazones no estén contaminados de errores aceptados como verdades. Allí encontraré, antes o después, un corazón primigenio, puro y honesto que no tema amar ni rectificar si se equivoca: esta sí es una divisa para convivir.



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