Saint-Saens: Muerte del cisne
Hermosos tiempos aquellos en los que abrir un libro era descubrir la vida. Es verdad que un libro no es el mismo leído a los catorce que a los treinta o los cincuenta, y pocos de aquellos se sostienen ante su relectura. Pero los nuevos libros -la inmensa mayoría- solo muestran modos de perder el tiempo, de ocupar el ocio.
Muchos son los que leen para "matar el tiempo" en vez de para vivificarlo. Y al menos, esos leen. Ejercitan, así, el músculo mental. Los otros mantienen una continua huelga de intelecto.
Pronto el libro será el enemigo público nº 1. Los clásicos ya se están enterrando. En seguida, también a los modernos que merecen la pena. Finalmente, la mente parecerá una tumba alumbrada por las luces de la televisión.
Pronto el libro será el enemigo público nº 1. Los clásicos ya se están enterrando. En seguida, también a los modernos que merecen la pena. Finalmente, la mente parecerá una tumba alumbrada por las luces de la televisión.
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