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domingo, 7 de octubre de 2012

LA CONSTRUCCIÓN DEL POEMA (III)

Bach: Ofrenda Musical (grabación histórica)

La construcción del poema (III)


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LA CONSTRUCCIÓN DEL POEMA (I)



Tres: El proceso creador

 6.-

¿Cómo surge el poema?

Hay autores que trazan de antemano un esbozo de lo que van a escribir: tanto que solo tienen que ponerle palabras al pergeño. Otros van a la caza y captura de metáforas, imágenes, visiones… incluso sin premeditación temática, a ciegas, haciendo camino al andar. (Confieso que yo cuando escribo la primera palabra no sé cuál va a ser la siguiente). Tan malo o bueno es un método como otro si el proceso acaba con una implacable tachadura: sustituyendo, pulimentando, jibarizando.

Un poema precisa unos límites que pocos saben darle. Es fácil desatar la pluma y dejar que diga lo que quiere. Lo difícil es contenerla y que en lo contenido -en sus limitaciones- haya un mundo propio, emocional e intelectual, que sea autónomo y renazca en el lector aunque no haya nacido para él. 

Contra el dicho popular, el mayor enemigo del poeta es la inspiración: el arrebato. Por eso Bécquer, siguiendo a Wordsworth, afirma: “Cuando siento no escribo”. Quería que sus emociones reposaran para que no se infiltrasen en su escritura desviaciones sentimentales o verborreicas. Lo cual nos dice definitivamente que es preciso domar el "rebelde, mezquino idioma" hasta encontrar la adecuación expresiva de lo que late en la mente: tensión, contención y armonía dictivas.

Antes, Poe había escrito en su Método de composición: “La ejecución de un poema es una operación intelectual, no un don de la musa”. Y basta recordar a Valery, a Pound puliendo a Eliot, o las 200 versiones que Dylan Thomas hacía de muchos de sus poemas para que no nos resulte extraño oír a León Felipe exhortar a la desnudez verbal: “deshaced ese verso, quitadle los caireles …”. García Lorca resume esa unión de irracionalidad y racionalización denominándolas simplemente “gracia y esfuerzo”.


7.-

Acerquémonos a dos textos que nos hablan, de modo similar y distinto, de la “inspiración” y su plasmación en la página: 

A) - La inspiración

Semejante a la fuerza
de la gravitación universal,
de súbito una voz me arrastra hasta el vacío
de la página en blanco.
No sé qué va a escribir mi pluma: lo hace
y el primer verso, la primera
palabra -que han nacido sin conciencia-
desconocen también qué otras palabras
y qué otros versos les sucederán.
Por más que oteo mi mente
o diviso el poema que se está engendrando,
un fantasma amanuense dicta y suma
sílabas y conceptos y emociones,
computa sentimientos, traza música
y, por fin, se detiene
como si la estrategia de su lírica
oculta y despiadada
hubiese dado fin y descansase.
Mi voluntad despierta entonces
y, dormido el fantasma,
tacho palabras, versos, pulimento
el sueño o pesadilla que ha dejado.

B) – Pulimentación

Primero es un rumor a un ritmo asido,
un aroma, una luz aprisionada
en la sombra, una hoguera dilatada
que asoma su fulgor desconocido.

Luego encuentra su música el sonido
en la frágil palabra revelada;
y la voz, caudalosa o mesurada,
la pluma ordena, pule y da sentido.

En la página hermosa y fatigada
alza la mano luz desde la bruma,
porfiando darle vida a cuanto nombra.

Quedan, bajo la herrumbre calcinada,
palabras sostenidas por la pluma
y sueños derribados en la sombra.

Los anteriores ejemplos, como míos, no son ejemplares, pero sirven para el propósito: aproximarnos al proceso creador en sus diferentes fases: la aparición de las tópicas musas y la ejecución de lo entrevisto en ese pequeño "trance". El mismo tema ha encontrado, en dos tiempos diferentes, dos cauces de distinta moldura: ritmos blancos, en el primer texto; un soneto, en el segundo. Expresiones como “gravitación”, “arrastra”, “fantasma amanuense”, “pulimento” -en el primer poema- y “fulgor desconocido”, “frágil palabra”, sueños derribados”… -en el segundo- muestran la lucha entre irracionalismo y racionalidad, duelo en el que incluso la “estrategia” está “oculta”. La materia lírica, oculta como un magma en las entrañas de la mente, brota como un géiser que debe ser canalizado y convertido en manantial.

Ninguno de los textos tiene la adecuación precisa: visión y revisión de lo vislumbrado que deben concretarse en la precisión de lo sentido a través de lo expresado. Difícil es esa urdimbre. Y es que todo poema necesita encontrar la idoneidad: