En el mes de Agosto de 1498, Cristóbal Colón se tropezó, frente a la isla de Trinidad, con el "Inmenso Mar Dulce" y las corrientes que formaban las bocas del Orinoco. En su Diario escribió, como un bautismo (*):
"Grandes indicios son estos del Paraíso Terrenal, porque el sitio es conforme a la opinión de santos y sanos teólogos, y asimismo las señales son muy conformes, que yo jamás leí ni oí que tanta cantidad de agua dulce fuese así dentro e vecina con la salada; y en ello ayuda asimismo la suavísima temperancia, y si de allí del Paraíso no sale, parece aún mayor maravilla".
"Cuanto más andaba, hallaba el agua del mar más dulce y más sabrosa".
"Había casas y gentes y muy lindas tierras, atán fermosas y verdes como las huertas de Valencia en marzo".
"Entonces era el sol en Virgen, en la cima de nuestras cabezas".
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(*) Lástima que Los Conquistadores convirtieran aquel paraíso en un infierno.