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martes, 26 de diciembre de 2023

Mysterium fascinans


Si bien se considera, Darwin no hizo
sino mostrar que el ser humano es
un palimpsesto dúctil y eviterno.
Nació de una partícula exterior
-o interior- a este errante planetoide
y dejará de ser cuando se extinga
convertido en un otro -como él fue otro-.
Tiene conciencia de su permanencia
temporal, aunque desconoce si
hay una alienigenia inteligente.
El primitivo pez, simio, reptil
o neurona galáctica
-desde donde procede-,
se preguntó con lentitud mental 
por el mar, las montañas, los abismos,
sus manos y sus pies, el horizonte;
trepó hasta la conciencia vislumbrante
de que a la clara luz le sucedía
la noche, y que el todo encadenaba
la causa a los efectos. Descubrió 
silogismos, premisas, conclusiones.
Aún sigue preguntándose por qué
nacer implica muerte y por qué muerte
no es causa de más vida o de otra vida.
No alcanza a descifrar las aporías
de las metamorfosis estelares.
Una mujer y un hombre, así enlazados
recorrieron innúmeros caminos
y fue el amor su sola compañía,
su báculo, su ángel protector.


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