Un poema inconcluso -de los varios que titulo "prosas en verso" y "poemas ensayísticos"- leído por Graciela Tomassini. Tal vez me decida a no tocarlo más, aunque no sea una rosa. Pero no (*).
Sintonizar misterios
Cada día es más firme mi creencia
de que en nuestra abisal identidad
existe un omnisciente trovador
que sintoniza con la ubicuidad (*)
y escribe con su plectro sigiloso
cuanto existe, existió o ha de existir;
sonidos y colores, minerales,
contingencias y pálpitos dormidos,
lascas de eternidad, monstruos y dioses,
metamorfosis, ruinas, sortilegios,
intimidades, lontananzas, furias,
onirias y luzbeles, hontanares,
légamos de la vida y de la muerte
seminal de otras vidas;
pues toda voz es eco de otras voces
y la monodia encripta sinfonías.
Todo sapiens recorre ese camino
inserto en su conciencia más oculta.
Algunos sapiens introducen, súbitos,
por voluntad o azar,
sus sentidos en ese laberinto
luminoso, y emergen con visiones
inaccesibles para los demás.
Se invisten del "instante
privilegiado" -que otros denominan
"la inspiración", "las musas"-; y así pueden
colgar estrellas en los pentagramas
o los versos, enigmas trepanados
de premisas sutiles:
un ázimo rumor contiguo a un éxtasis
conferidor de tanta alta omnisciencia
que apacigua el presente, reconstruye
el pasado, amalgama
el futuro con arduos silogismos
vislumbrantes del Mágico Universo.
Es la Gran Sinestesia.
Aquello que en las sombras es temido
y que exorciza la diafanidad.
Todos los sapiens líricos perciben
con su imán intangible esa entelequia
que descoyunta y mata toda lógica
con su urdimbre demiúrgica.
Son escudriñadores de otros mundos,
los traductores de la inmensidad,
visionarios furtivos
de las constelaciones de la noche
glacial del firmamento.
¡Qué ingrávidos secretos desentrañan
al hendir ese trépano
cincelador del gran eclepticismo!
¿Pues dónde estaban -antes de que Bach
las domase como a corceles lúbricos-
las notas de la Ofrenda musical
-por ejemplo-? ¿Y Yepes, y Gioconda,
y el misterio secreto de la carne
reclamando su espiritualidad?
Que muchos talladores no consigan
burilar el delirio que perciben
no invalida ese rayo que nos ciega
mientras nos ilumina arcanamente.
Hay causas que no otorgan consecuencia;
y no toda intuición talla un diamante.
(*) Tal vez baste como breve ensayo, pero no como poema. Lo mantengo para que se corresponda con la lectura: así quedaría, por lo pronto, este principio, evitando la cacofonía:
Hay en nuestra abisal identidad,
perdido entre sus cónclaves oscuros,
un omnisciente y claro trovador
que sintoniza con el infinito
y escribe con su plectro sigiloso ...
Antonio, siempre te pasas. Gracias.
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