Visitas

Seguidores

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Félix Cruz-Álvarez: Juana Rosa Pita y Antonio Gracia: Una expresión unitaria de la poesía

 
JUANA ROSA PITA Y ANTONIO GRACIA: UNA EXPRESION UNITARIA DE LA POESIA

En su soneto “El poeta”, Rilke apunta la celebración de la realidad poética como una expresión esencial del poeta como creador y dueño de una imagen del mundo y de los fuegos y cenizas del espíritu. A esta aventura vivencial nos acercan Juana Rosa Pita y Antonio Gracia en el texto de “En un otoño súbito” (Ver AQUÍ) poema a dos manos dentro de una vía unitiva que marca su experiencia con ternuras de erotismo y una concepción de almas que se comunican en una armonía de ser y del ser, metafísica y razón que sustentan una estructura de clásica mesura, marco adecuado para la madurez y serenidad de la belleza que aúna cuerpos y almas, todo dicho con las justas palabras que dan claridad y permanencia a la poesía verdadera.

La primera parte, cosecha de Juana Rosa, puede definirse con una sola palabra: “eros”. Y se desenvuelve en un entusiasmo conceptual, donde el tiempo real, el espacio físico y la instancia de la carne hacen de Cronos un dios augural, guía de ansiedades seguras en su necesidad vital, cuya corporeidad se quiere recobrar en la poesía que busca su raíz en los sentidos. Es, por así decirlo, palabra y emoción, búsqueda de la cópula inmortal que sólo se da en el amor verdadero. Pienso en Plotino, con su “yo” más el “yo” que hace el “otro”, la identidad pura del “yo soy tú”, en la afanosa armonía tan buscada por Leibniz. Lo dice el poema: “Yo soy tú, nos dijimos cada uno/ en distintos momentos y lugares.” Y el “eros” no es fuego, es ternura. “La ternura del cosmos nos envuelve”, dice ella.

La segunda parte es la consagración del ser epicúreo: la claridad del deseo, el “edoneh” que sacia la sed física sobre la realidad triunfante del anhelo que se cumple. El poeta habla de la culminación de un sueño inconmovible, pura materia de pasión: “...en tanto lo soñábamos.” Y el dolor ante la muerte se presiente como una admonición para la eternidad. Recuerdo la palabra con que Ovidio cierra su “Tristitia”: “Vivam”, viviré. Se entra en un crescendo amoroso. Ya es una pasión exaltada, preludio terminado, posesión lograda. Tres versos de Antonio Gracia dan la clave: “el choque de los cuerpos es la puerta/ de aquel futuro que existió un instante/ en tanto lo soñábamos.” Es la plenitud del alma y de la carne inundando el ser, la corporeidad de lo eterno romántico hecha presente, vivencia. Por eso cobra fuerza el cruel significado que encierran estos versos angustiosos y angustiados: “Aquello que más duele de la muerte/es no poder continuar amando.”

“En un otoño súbito (Vía unitiva)” es un poema donde el amor está expresado con las palabras exactas; llegan al recuerdo la preocupada aplicación de Goethe buscando el vocablo preciso, en medida y tema, al escribir un poema, según nos cuenta Eckermann en uno de sus coloquios con el poeta alemán, y la exigencia verbal que Cesare Pavese invoca en “El oficio de poeta”. Poema a dos manos, a dos sentimientos, a dos visiones del mundo y su intimidad vital, pero también poema en unidad de sentimiento y de creación.

                                                                        Félix Cruz-Álvarez,  Miami.

Pulsar para leer el poema

Un aquelarre místico


No hay comentarios:

Publicar un comentario