Arcadia nebulosa
Si algún día el dolor te sedujera
para acabar con tu melancolía,
acude al mar, contempla su infinito
como un fulgor errante y solitario
que nada necesita y lo da todo.
Mira cómo se elevan las gaviotas
entre los arrecifes; deja allí
el suicidio que ansías y desprecias.
Escucha el mar: en él nada es oscuro.
Siente su voluntad de firmamento
aherrojado en amargo manantial.
Toca su eterna transfiguración.
Inmerso en su celeste transparencia,
quiere elevarse el alma, alzarse
sobre el dolor, cantar.
Regresa a tu existencia cotidiana
igual que si una ola retornase
al abisal secreto de la espuma.
Camina montes, siembra madrugadas
en el atardecer, corona el día
con flores y templanza. Rememora
la sigilosa forma de la luz.
En el propio naufragio está la isla
y en el dolor su misma redención.
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