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miércoles, 22 de noviembre de 2023

Naturaleza de la poesía

 

Massenet: Meditación
 

Naturaleza de la poesía

¿Qué entendemos por poesía sustancial? ¿Qué elementos incluye, cuál es el definitivo? Difícil precisarlo porque cada poema engendra su poética y se rige por ella. Nos atrae una oda a la belleza, pero nos fascina un poema a la rosa como emblema de lo que quisiéramos eterno y es paradigma de la fugacidad (¿Cómo olvidar el “Pura, encendida rosa,/ émula de la llama / que naces con el día...”, de Francisco de Rioja. Y nos determinan los poemas sobre el amor, no sobre los amoríos (por eso Petrarca y Garcilaso son inolvidables y Zorrilla sólo es recitable); nos subyugan los poemas sobre la muerte, no tanto sobre los muertos (¿Qué elegiríamos, si hubiésemos de elegir, entre las “Coplas” de Manrique, el “Canto a Teresa” de Espronceda, las elegías de Lorca o Hernández? ¿No vemos en ellos la muerte hecha carne?); ¿Es necesaria la rima? Por qué no, si la utilizamos como Góngora Verlaine; ¿El cómputo silábico? A. Machado escribía, refiriéndose al verso libre: “líbrate mejor del verso/ cuando te esclavice”. ¿Interesan los experimentalismos? Por supuesto: para renovar la tradición, como hace Huidobro. ¿Es importante el poema social? Sí, si se tiene como modelo el poema “Masa” de César Vallejo, que no escribe desde una consigna sino para el corazón fraterno individual y colectivo. ¿Necesitamos la poesía religiosa? Sí, pero no la dictada por las iglesias, siempre olvidadizas o castigadoras de esta vida; ¿quién no necesita a Juan de Yepes, a pesar de ser un santo, y a Bruckner? ¿Sobra la apoyatura de la anécdota? No, si se constituye en sustancia, como en el “Romance del enamorado y la muerte”. ¿Acaso hay alguna Mater Amantísima más bella que La Gioconda? En fin: ¿cuál de esos u otros elementos es el determinante para que un poema sea imprescindible? Todo puede ser bueno como medio para ennoblecer al hombre, único fin de la poesía. Importan los poemas sobre las esencias, no sobre las circunstancias, y estas sólo cuando nos conducen a aquellas. 
        Nos reconocemos en los poemas que transfiguran sus palabras en verdades que sentimos como propias. Una verdad sólo es universal cuando prescinde de lo circunstancial, una vez aprendido de ello, y consigue categorizarse en paradigma. Los tópicos lo son por algo: porque contienen los fragmentos de identidad del ser humano. De modo que quien aúna los lugares comunes -los “topoi”- liberados de su epidermis es quien acierta, sobrevive y hace vivir. El poeta ha creado los prototipos que representan los diferentes rostros de la personalidad. Y cuando digo poeta digo autor, artista, músico, poeta, pintor. Siempre he tenido un concepto sinestésico del arte; quiero decir: ninguna diferencia esencial hay entre los impulsos creadores. La página, el lienzo o el pentagrama no son más que diferentes materias que expresan ese impulso. Por eso el Fausto nunca es más trascendente que cuando Liszt y Schumann convierten a Goethe en su “Sinfonía Fausto” y sus “Escenas del Fausto”. La poesía sustancial es, por tanto, aquella que habla al hombre, no sólo al poeta o al erudito de la poesía; por eso la rima, el neologismo... son sólo apoyaturas para alcanzar la idoneidad y profundidad de lo que se pretende decir.

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