10.000 voces cantan a la alegría universal
Nos pasamos la vida buscándole un sentido a la existencia. Pero la vida no tiene más sentido que el hecho de vivirla. No hay más metafísica, no hay un más allá en este más acá de ahora.
Si así lo aceptamos también admitiremos que la temporalidad no es una fugacidad torturadora, sino un espacio que debemos aprovechar para gozarlo, no para lamentarnos porque implique morir.
Nuestro único destino es gozar de este paréntesis que somos en la nada, gozar sin hacer sufrir, sentirnos orgullosos de intentar paliar la conciencia de la mortalidad reconfortándonos y reconfortando a los demás. Amar para ser amados. Vivir en lugar de pensar continuamente la vida.
Y cuando haya que sufrir sus inclemencias y su final, sufrirlos sin anticipaciones y sabiendo que ni elegimos nacer ni elegimos morir.
Si así lo aceptamos también admitiremos que la temporalidad no es una fugacidad torturadora, sino un espacio que debemos aprovechar para gozarlo, no para lamentarnos porque implique morir.
Nuestro único destino es gozar de este paréntesis que somos en la nada, gozar sin hacer sufrir, sentirnos orgullosos de intentar paliar la conciencia de la mortalidad reconfortándonos y reconfortando a los demás. Amar para ser amados. Vivir en lugar de pensar continuamente la vida.
Y cuando haya que sufrir sus inclemencias y su final, sufrirlos sin anticipaciones y sabiendo que ni elegimos nacer ni elegimos morir.
Eso con diferentes palabras también lo escribio el rey Salomón en su eclesiastes de la Biblia, que todos los humanos y animales somos iguales porque venimos del polvo y al polvo vamos sin que sepamos qué habrá en el más allá, y por nuestra parte lo mejor es alegrarse y disfrutar de nuestro trabajo y tiempo presente.
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