Fueron tiempos de diluvio interior. Entré, junto a otros aprendices de la pluma -de la revista Tabala-, en Santa María. El calor era asfixiante. Del techo descendió una música que caracoleaba en la estancia. "La fe y el ludismo mueven muchedumbres", pensé. Y allí el estruendo y la magia.
Sobre el "Misteri"
"Triste vida la del cuerpo..."
El descenso y el cántico