Los versos de Trovadorius (IV)
Los versos de Trovadorius (VII)
Los versos de Trovadorius (VIII)
Los versos de Trovadorius (Final)Los versos de Trovadorius (Posdatas)
Todos los humanos que destacan encuentran excesivos ensalzadores y detractores. Se dijo que Colón fue una mujer, que Cervantes y Shakespeare fueron homosexuales. Como si esas identidades fueran a cambiar la grandeza de sus hazañas.
Igualmente, queriendo empañar la imagen de Trovadorius, un apócrifo dice haber encontrado este rijoso poema entre las ruinas de los gólgotas del monte Malvadatorius. El distinto timbre expresivo y el sarcasmo heridor evidencian que no es la pluma trovadoriusense la que lo escribió. Parece claro que la pretensión es presentar a Trovadorius como un hedonista del sexo y no como lo que fue: un trovador del amor completo y natural.
No me queda sino reproducir el texto, aun sabiendo de la falsedad de su autoría. Que el lector haga justicia en cuanto a esta:
Si no me das tu amor, dame tu cuerpo.
Déjame que me mienta al abrazarte.
Concédele un consuelo a mi ansiedad.
Nada pierdes, y ganas el placer
de verme encadenado a tu desprecio.
Maldita amada convertida en diosa
por la ceguera de mi corazón:
¿Por qué me niegas tu belleza si
solo por tu belleza me esclavizas?
Dame tu cuerpo y guárdate tu alma
en el infierno de tu soledad.
Deja que te idolatre mi lujuria.
Permite que en tus labios agonice.
¿Acaso consideras que eres digna
de ser amada cuando incluso el odio
rechazaría tu insufrible trato?
Solo yo, que he perdido la razón,
sigo adorando tu perversa efigie.
¿Por qué te enorgullece tu hermosura
si te la concedió Naturaleza
y no es mérito tuyo sino azar?
¿Por qué ofreces espinas siendo rosa?
¿Qué otra virtud tendrás cuando, marchita,
no puedas embriagar con tu perfume?