John Field: Nocturno nº 1
Desde que nacemos acumulamos sensaciones, sentimientos, pensamientos, de modo que nuestra mente es un conjunto de sedimentos familiares, sociales, culturales... que nos hacen ser como somos. Sin embargo, pocos se cuestionan la validez y certeza del carácter que finalmente decide cada uno de sus actos. Así es fácil caer en el fanatismo de considerar que solo nuestro criterio es el verdadero: y se produce el enfrentamiento con los criterios de los demás. Con lo sencillo que resulta considerar que tal vez hemos tejido mal alguno de los elementos de nuestra personalidad y corregirla. Pero no muchos admiten sus errores, con lo cual reina la contumacia y la enemistad.
Lo natural es sentir impulsos; lo racional, controlarlos mediante el pensamiento. Pero si en el engranaje de esa cadena hemos introducido algún elemento disturbiador -exceso o falta de autoestima, por ejemplo- todo cuanto hagamos o hagan será filtrado por él y no percibiremos ni reaccionaremos con sensatez y nobleza, sino como esclavos o tiranos.
Reconocer un error y evitarlo es mejorarse, no colocarse la etiqueta de fracasado, o similar. Es lógico que no acertemos al organizar el puzzle de nuestra personalidad. Y para eso está el aprendizaje de la experiencia: nos enseña a no tropezar en la misma piedra. No obstante, algunos no admiten que de sabios es rectificar y continúan necios toda su vida: aferrados al "porque lo digo yo" sin haber cuestionado ni lo dicho ni, mucho menos, el "yo".