Mirad la zambullida de la gaviota errante
en el mar cristalino cuando busca alimento.
Mirad cómo adelgaza
su gris y fusiforme geometría,
cómo hiende las aguas para saciar en ellas
el ansia que da vida.
Así el poeta
-y el músico, el pintor- entra en el laberinto
de su yo más secreto buscando la armonía
entre lo sensorial y la razón,
lo que quisiera ser y lo que es;
y pule la estrategia del decir y su método,
somete las cadenas de la norma
a su ágil libertad,
y hace del canon otro canon íntimo
al convertir su ser en obra exacta
a un pequeño universo en el que late el Cosmos.
Mirad de qué manera
las palabras, colores y sonidos
hallan su dimensión de símbolos excelsos
emergiendo del vértigo por la fuerza creadora
de una mente que talla sus diamantes
con fuego visionario y domeñado.
Mirad de qué manera
un hombre sentidor y reflexivo
encuentra el cauce justo
para que lo que es propio sea de todos.
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