Purcell: Lamento
X dice a Z:
“Primero
tuve que padecer tu ausencia. Luego, afrontar la pérdida de cuantas
cosas habíamos construido, y los fantasmas de lo cotidiano.
Yo
quería lo mejor para ti, para los dos. ¿No hubo más alegrías que
tristezas? ¿Por qué, si fuimos solidarios para edificar la dicha,
quieres que todo lo recuerde como si hubiéramos sido cómplices de
la desdicha? ¿Tan mal viviste junto a mí para que ahora me
consideres tu enemigo?.
No
me reduzcas a mis errores. No me llames culpable. Di que soy
responsable, que me equivoqué, que somos responsables, que nos
equivocamos en esto y en lo otro, que no supimos afrontar bien la
transición del enamoramiento al amor sin fascinaciones.
Ahora
que sé por qué y en qué fracasé estoy preparado para no volver a
equivocarme, aunque también sé que ya es tarde. Podríamos tratar
de compensar
con mucho bien el mal que, sin desearlo, nos hemos producido. Sin
embargo, casi siempre es cierto que pocas veces las segundas partes
(que suelen conducir a unas terceras) fueron buenas.
Nos
unimos un día porque estábamos mejor juntos que separados. Hoy nos
desunimos para intentar estar mejor separados de lo que lo estamos
juntos.
Dime
que todo se acabó porque todo se acaba, que todas las historias
tratan el mismo tema: el bienestar que acaba en malestar, el amor que
termina en desamor. Pero no me digas que no te quise, que no nos
quisimos.
Ya
que no podemos continuar el viaje como hombre y mujer en un hogar,
seamos dignos y continuémoslo como personas en la casa del mundo”.
Y Z dice a X:
“Primero tuve que padecer tu ausencia. Luego, afrontar la pérdida de cuantas cosas habíamos construido, y los fantasmas de lo cotidiano.
Yo quería lo mejor para ti, para los dos. ¿No hubo más alegrías que tristezas? ¿Por qué, si fuimos solidarios para edificar la dicha, quieres que todo lo recuerde como si hubiéramos sido cómplices de la desdicha? ¿Tan mal viviste junto a mí para que ahora me consideres tu enemigo?.
No me reduzcas a mis errores. No me llames culpable. Di que soy responsable, que me equivoqué, que somos responsables, que nos equivocamos en esto y en lo otro, que no supimos afrontar bien la transición del enamoramiento al amor sin fascinaciones.
Ahora que sé por qué y en qué fracasé estoy preparado para no volver a equivocarme, aunque también sé que ya es tarde. Podríamos tratar de compensar con mucho bien el mal que, sin desearlo, nos hemos producido. Sin embargo, casi siempre es cierto que pocas veces las segundas partes (que suelen conducir a unas terceras) fueron buenas.
Nos unimos un día porque estábamos mejor juntos que separados. Hoy nos desunimos para intentar estar mejor separados de lo que lo estamos juntos.
Dime que todo se acabó porque todo se acaba, que todas las historias tratan el mismo tema: el bienestar que acaba en malestar, el amor que termina en desamor. Pero no me digas que no te quise, que no nos quisimos.
Ya que no podemos continuar el viaje como hombre y mujer en un hogar, seamos dignos y continuémoslo como personas en la casa del mundo”.