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jueves, 23 de octubre de 2014

El abrazo doliente

Nietzsche: El lamento del héroe

Cuando Trovadorius leyó la carta de Malvada, con quien tantos amores compartiera, escribió tristemente:

Amada mía: Tú 
que fuiste el alimento de mi boca 
hoy me dices adiós. Y qué he de hacer
con el amor que siento, con la sangre
que sueña con mezclarse con la tuya.
Qué carne aliviará
mi carne ya encendida con tu fuego,
si no quiero más fuego que tu carne.
Dónde abandonaré
el ansia de tenerte y devorarte
y la necesidad de que devores
la pasión que me engendras. 
                                                   Hoy me dices
adiós: y el firmamento se estremece
y cae hecho pedazos. Esta furia
que despiertas en mí no se consume
sin más en otros brazos.
Pérfida despedida me darías
si dejas por memoria la maldad
de convertir tus besos en espinas.  
Apiádate de aquel
que ha de quedar sin ti y con tu fantasma.
Concédele la dicha
de un adiós menos cruel.
Perfuma nuestro lecho con almíbares.
Y ya que se despiden nuestras almas
deja que se despidan nuestros cuerpos.

El abrazo indomable

Monólogo del cisne (El abrazo imposible)

El abrazo entre plumas

El abrazo en el cuadro

El abrazo inasible

El abrazo iniciático

El abrazo sin plétora.

El abrazo dulcífago

El abrazo inedénico

El abrazo a la muerte.

Como si fuera mi Autobiografía (El abrazo final)

El abrazo interrupto

El abrazo cautivo

El abrazo inmortal

El abrazo caníbal

El abrazo coital

El abrazo placebo

El abrazo sin rostro

El abrazo perdido (Carpe diem).

El abrazo truncado

El abrazo suicida

El abrazo invasor

El abrazo de plástico

El abrazo no dado.

El abrazo dichoso

El abrazo a la vida

El abrazo sin cuerpo

El abrazo ataráxico


El abrazo amoroso