- Acabo de despertarme. Todavía siento la tibieza del sueño en los ojos. Esta noche te he soñado. Ahora, ya despierta, todavía te sueño. Y llega el día. Y cierro los ojos cuando deseo tu abrazo. Ayer sentí tu abrazo dentro. Lo añoré. Te añoraba. En mí. Si ahora mismo me pidieras que dejara de pensar en ti, no podría. Un día me pediste que me abrazara a mí misma y me entregara a ti. Soñaste entonces. Y quizá sin quererlo ni pretenderlo, al soñar apenas un solo segundo, hiciste realidad mi sueño. Y ahora estás en mí. En mi carne y en mis sueños. Yo te soñaré para que vuelvas a soñarme.
- Eres una Bella Durmiente soñando con un príncipe que no soy yo.
- Eres una Bella Durmiente soñando con un príncipe que no soy yo.
- Soy una mujer que sueña con un hombre que sea su cómplice y compañero. No soy ilusa aunque sea soñadora: sé que los sueños no compartidos no se realizan.
- Pues sueña hasta que me hagas soñar, hasta que se haga realidad tu sueño.
- No paro de soñarte... y de intentar hacerte soñar. También tú tendrás que intentar soñar. Y soñarme más. Es bello acompasar los sueños.
- Entonces, arráncame las pesadillas.
- No sé si podré matar todos tus fantasmas; pero si dejas que te ame y me amas, sé que al menos parte de tus pesadillas desaparecerán. Y sentirás la luz y el sosiego. Yo no podré hacerlo todo. Tú tendrás que luchar con voluntad y determinación para ahuyentarlas; y, cuando vuelvan, y me mires a los ojos y me hables desde el miedo de saberlas cerca de ti, mis ojos te devolverán luz y fuerza para espantarlas otra vez. Pero solo si tú quieres. Solo así, queriendo, podrás.
- No puedo. Desde que no estás.
- ¿Cómo
hemos llegado a esto? ¿Qué nos ha pasado? ¿Dónde se habrá ido lo
que había y ya no existe?
- Se quedó en la parte de ti -y de mí- que tampoco existe. Todo está en ese tú que fuiste y ya no eres, en ese yo que fui y no soy, en el nosotros que fuimos y hemos dejado de ser. Y no volverán. Y si volviesen no nos encontrarían porque nosotros somos otros; tendríamos que admitirlos como a unos desconocidos a los que se les da posada para aprender de ellos.
- Si quieres, te escucho, me escuchas, nos escuchamos. Sin creer que lo que pensamos es lo que debe pensar el otro. Sin considerar al otro un enemigo.
- Sigo queriendo lo mejor para ti. Pero es tarde.
- Aun así, un abrazo y un beso.
- Aun así: un abrazo; y un beso.