R. Strauss: Así habló Zaratustra
¡Mucho debiste amarme, puesto que tanto me odias! -dijo Feldesp a Redond-.
El juglar no necesitó decir más para que sus oyentes recompusieran mentalmente todos los detalles de su historia. Ahí estaban ella y él, el enamoramiento y la desfascinación, la inculpación del desengaño, la no asunción de la realidad cotidiana, la huida de esta para buscar otro sueño aunque esto signifique naufragar en otra ensoñación desengañante.
Y el juglar añadió:
¿Por qué, en vez de empeñarnos en realizar los sueños, no nos esforzamos en convertir la realidad cotidiana en algo digno de ser un sueño cumplido?