Grieg: Peer Gynt (la mañana)
- El tiempo pasa muy lentamente.
- Demasiado deprisa, para mí.
- Demasiado deprisa, para mí.
- Porque esperas muchas cosas.
- Y tú porque nada esperas.
- Mi abuelo quiere a veces que el tiempo se acabe, y otras que se detenga.
- En realidad, el tiempo no pasa. En el universo nada nace y nada muere. O todo nace y muere simultáneamente. La energía se transforma, ni empieza ni acaba. Todo es resurrección continua.
- Pero lo que es debió de tener un principio y tendrá un final, aunque sea otro principio hacia otro final...
- Esa es la llamada teoría del Big-Bang: una partícula increíblemente comprimida empezó una expansión inextinguible...
- ¿Y de dónde surgió esa partícula?
- La ciencia es también una teoría que se actualiza constantemente. Y aún no conoce esa respuesta.
- Pues está claro: Dios la creó.
- Todo parece fácil, así, ¿verdad? Dime, entonces: ¿De dónde surgió Dios?
- ¡Dios no necesita surgir!
- Imagina unas cajas chinas: una contiene a otra, interminablemente. Siempre habrá una que contenga a las demás. Pero ¿dónde está la primera, que las contiene a todas?
- ¿Y entonces qué hacemos?
- ¡Esperamos a Godot!
- Es para enloquecer: lo que no tiene explicación me desconcierta hasta tal punto...
- La única solución es ocuparse en buscarla sin preocuparse más allá de lo debido. Toda la historia del hombre ha sido así: una pregunta sin respuesta que al fin fue contestada, tal vez erróneamente, pero cuyo error ayudó a descubrir otra verdad, quizá incompleta... que ha conducido a otro desciframiento... La conclusión es esta, tal vez la única certeza indudable: "Aceptar que hay cosas -todavía- incomprensibles ya es comprender". Destaquemos ese "todavía", único signo de esperanza y fe en la ciencia.
- ¿Y la otra fe?
- Finalmente no cabe sino creer en uno mismo, en que ha buscado el mejor criterio en un mundo de infinitos criterios.
- Sí, pero ¿y la otra fe?
- Quienes sienten una fe en un ser superior solucionador de todo lo inexplicable por métodos mágicos tienen mucha suerte, pero son poco humanos: han perdido la racionalidad, la facultad de dudar, de poseer voluntad, sentido de la lógica, que es que toda consecuencia tiene una causa, la veamos o no.
- Todo esto es demasiado confuso. Profe: reconoce que nos pides demasiado.
- Reconoce tú también que no os invito a memorizar, sino a comprender...
- Sí, pero nos calientas el coco...
- No os pido teorías, historietas, nomenclaturas, fechas, linguísticas, inutilidades para especialistas que van a utilizarlas para inodorizar el agua de la vida... os doy los datos necesarios para que aprendáis la única asignatura que me parece imprescindible: pensar, ordenar, deducir: toda vida es un encadenamiento sucesivo de dilemas, de encrucijadas, de reflexiones sobre qué elegir: aprendo o no, le digo que la quiero o no... y en un instante o un día decidimos A ó B, decisión que conduce a otra derivada de la primera y nos enfrenta a otra, otras, cientos, miles... Claro está que cuanta mayor información poseamos mejor será nuestra elección; pero también hay que aprender a decidir qué información es desechable o desorientadora, en este mundo en el que todo es información, y cuyo eslogan es "no pienses"... Por tanto, la mejor información es la que nos ayuda a pensar cuáles son las mejores premisas que nos conducirán a la mejor conclusión del mejor silogismo. Y el mejor silogismo no es el que incluye cuántos números primos hay, ni cuál es el sujeto sintáctico, ni la capital de Alienigenia, ni el nombre de los tres centenares de huesos corporales, ni cuál es la profesión mejor pagada, ni ... No: el mejor silogismo es el que nos hace barajar los afectos, aceptar a los demás como son, si nos parecen justos, capacitarnos para autoperdonarnos si hemos intentado acertar, cumplir civilmente en la Tierra antes que en cualquier cielo, sentir el impulso de abrazarnos en vez de golpearnos unos a otros... Claro que hay que ganarse el pan de cada día con sapiencias cotidianas... pero no para alimentar el cadáver de una mente pasiva... Lo que importa es comprender, esforzarse por comprender: para actuar.
En el aula del librepensamiento
En el aula del Dios
En el aula del padre
En el aula del “yo”En el aula del librepensamiento