Manuel Valero Gómez
Y aunque buscas a Dios,
a Dios maldices
Francisco
Alonso Ruiz
La
noche temblaba en la boca de Dios
y
desde sus entrañas
ocupaba
la
risa, el mercado,
los
cafés, el silencio, la vida
Una
noche, como ésta,
plomiza
y rota,
desde
los pulmones del campanario
hasta
la esquina
de sangre derramada
Porque
la noche es más que una boca,
la
noche es un cuerpo
enfermo de sueño,
la
noche persiste honda,
la
noche des
cien
de por su
pereza
hasta
los albañales,
hasta
nuestro salón de nieve,
hasta
la pérfida y remota alcoba
que
por el cansancio nos conoce
Y
allí,
ante nosotros la noche huérfana
que
temblaba y tiembla
en
su redondo tedio
contra
la ciudad:
¡refugio de
lluvia, llanto y vidriera!
La
noche es un monstruo
de hambre
desgarrado
en unos labios,
en
la acera del tiempo
un
cuerpo en sus soledades
desgarrado
dejando
para sí mismo
su
propio cuerpo
hasta
no ser otra cosa que la noche
La
noche temblaba en la boca de Dios
y
en la Iglesia, la sierra y el río
rumor
de Muerte
habitaba su
morada
sobre los
jazmines
© Manuel Valero Gómez