De pronto, como un resplandor, me nació la conciencia. Un cuervo horrible anidaba en mi pecho.
Me detuve y me puse a recordar: yo venía de algún sitio indecible, por un camino desconocido e inhóspito, y me dirigía no sabía a dónde.
Lo resumí de este modo:
No supe responder y seguí caminando.
Alguien, varado en el camino, como yo, decía: "Nací cuando necesité pensar para combatir la muerte; moriré cuando deje de hacerme preguntas sobre la vida".
Encontré otros, y muchos más, dolientes.
Oí: "Ningún humano es tan cruel; sin duda es un demonio el que nos ha abandonado en este infierno".
Otras voces gritaban.
Yo seguí caminando.
Alguien, varado en el camino, como yo, decía: "Nací cuando necesité pensar para combatir la muerte; moriré cuando deje de hacerme preguntas sobre la vida".
Encontré otros, y muchos más, dolientes.
Oí: "Ningún humano es tan cruel; sin duda es un demonio el que nos ha abandonado en este infierno".
Otras voces gritaban.
Yo seguí caminando.