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miércoles, 29 de agosto de 2012

La caída de los dioses

R. Strauss: D. Quijote. Variación II

Un libro no es el mismo leído a los 15 años que a los 30 ó los 50. Al principio todo es nuevo para los ojos que leen. Después, todo parece viejo -incluso el que relee-. Será porque la conciencia se va llenando de conocimientos y cada día es más difícil asombrarnos. 
Lo cierto es que pocos libros de los que hemos hecho mitología resisten la relectura sin caerse de su altar. Y eso nos lleva con recelo a las nuevas publicaciones, que, tristemente, suelen defraudarnos cuanto más encomiastas las ponderan. 
Algunos olvidan que la calidad es, como todo, una perspectiva que hay que educar. Unos se educan en el autobombo, y otros en la humildad.
Valle-Inclán decía que él escribía para que hubiese algo digno de leer. 
Claro: tenía muy cerca a Campoamor. Pero también estaba, y no lo reconoció, Pérez Galdós, que para él y su Max Estrella no fue sino "don Benito el garbancero". Campoamor solía dejar como autógrafos sus "doloras" y "humoradas". En cambio Brahms escribió -en el abanico de una dama que le requería un autógrafo- unas notas de "El bello Danubio azul", de Strauss
A veces ni siquiera los gigantes se reconocen entre sí.
Don Ramón olvidó decir que hay malos escritores porque hay malos lectores. Y malos lectores porque  apenas hay buenos escritores. 

Van Gogh: Don Quijote