Creo que para hacer un compendio o una antología perdurables no hay que preguntarse qué obras nos gustan más, sino con cuáles perderíamos más si desaparecieran: aquellas de las que más aprendió la Humanidad; porque el hombre puede eliminarlo todo menos el instinto de supervivencia y el ansia de superación, que vienen a ser lo mismo.
Para esa selección, además, es necesario definir un criterio: tal vez la haríamos más duradera escogiendo no las mejores obras desde una perspectiva estrictamente literaria, sino las imprescindibles desde una consideración humana (es decir: las mejores desde la literatura auténtica).
Yo escogería, incluso si no fuesen de mi preferencia, entre las obras que formularon sentimientos arraigados -no pasiones-, troquelaron mundos -no ambientes-, forjaron prototipos dinámicos -no caracteres-. Porque todos estamos amasados con sentimientos múltiples de mundos diferentes y somos personajes sujetos con retazos que de pronto se hilvanan y se rompen.
Serían obras que han cincelado emociones y conceptos universales y han acuñado la voz del hombre coetáneo, contemporáneo e intemporal, el de hoy y el de mañana porque atisbaron el de ayer, para expresar su mente racional e irracional, el yo personal y el colectivo, la vida sincrónica y diacrónica. Sin ellas no conoceríamos verbalmente nuestra propia entraña mental.
Si, por ejemplo, hubiera de confinarme en una isla aislada donde solo hubiese seres humanos y no tuviera más remedio que conocerlos, para prevenirme o para amarlos, pediría las obras que mejor reflejasen los innumerables fragmentos de su identidad. Abarcar los más de esos fragmentos me empujaría a declinar la razón “estética” o “artística” y a perseguir la pretenciosa de acotar las obras condensatorias de un universo de la mente: amor, vida, muerte, destino, soledad, belleza, eternidad, perfección, desolación, expresividad, realismo, irracionalismo ...
En fin: de poco sirve la condición artística que no incluye la condición mortal.
En fin: de poco sirve la condición artística que no incluye la condición mortal.