Glinka: Obertura española
"¡Esto es el mundo!", dice el que quiere afrontarlo sin alienarse. Y mira el mundo por la única ventana por la que se puede entrever en su conjunto: la televisión, el espejo público.
"¿Dónde están los paraísos que nos inventó la infancia y nos prometieron los mesías sociales?", se pregunta. Y ve una muchedumbre de corruptos siempre impunes y otra multitud de desjuiciados que se carcajean de un imbécil que estulticia estupideces tan inteligentes como un rucio.
"¿Dónde están las personas honestas hasta el fin?".
Y la televisión sigue parpadeando con un brillo infernal, hijo del hombre.
"¡Una película sensata, al menos!".
Y tampoco.
Dice finalmente:
¿Y tendré que votar como un borrego concienciado a uno de estos bienintencionados con turbias intenciones? ¿Contribuiré con mi voto a mantener este estado de pan y circo? ¿Este era el sueño de la democracia? ¿Cómo votar, y a quién, si todos son indignos de ser votados? ¡Si no voto no cumplo con las reglas sociales, y si voto reniego de mí mismo!
¡Mondo cane!
¿Y tendré que votar como un borrego concienciado a uno de estos bienintencionados con turbias intenciones? ¿Contribuiré con mi voto a mantener este estado de pan y circo? ¿Este era el sueño de la democracia? ¿Cómo votar, y a quién, si todos son indignos de ser votados? ¡Si no voto no cumplo con las reglas sociales, y si voto reniego de mí mismo!
¡Mondo cane!
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