La originalidad no consiste en ser distinto, sino en conseguir un rasgo distintivo. Cuando el autor conquista un yo distintivo y talla su identidad como un diamante, probablemente, sonríe: esa es su breve felicidad. Y ese es el secreto: exorcizar con el arte las fatalidades de la existencia (conciliar
lo disímil, fraguar eclecticismos. Y ofrendarse al lector tras haberlo ignorado al escribir). Intenté expresarlo en un poema que lee su dedicatario:
El secreto
(para Ángel L. Prieto de Paula)
Cuando sientas que el mundo te derrota,
no intentes combatirlo.
Edifica un castillo en tu interior
y cuelga terciopelos y templanza
en sus muros. Dispón un fuego manso
junto a la mesa de la biblioteca.
Mira el cielo brillar entre las llamas
y los libros. Inúndate de luz
en la frágil belleza de los cuadros.
Escucha el clavecín mientras tu pluma
persigue en la escritura algún sosiego.
No hay comentarios:
Publicar un comentario