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lunes, 9 de octubre de 2023

Súbita diosa del otoño súbito


Escrito a los 24, La Dama de Elche pasó a conformar la segunda parte de La estatura del ansia. (Ahora me comunican que ha sido seleccionada para una antología internacional: gracias). 
    Si ya le sobraban pasión y muchos versos, finalmente le cercené unos 70; pero no supe estañar las olas emocionales que inundan al lector con su maremoto pentagrámico. Muchos años después tampoco supe evitar su semilla emocional, cónclave de cuanto he escrito, visible en los insertos textuales, y este otro poema es el que apareció en  el libro Lejos de toda furia.

Dama del alba

Inmaculada y frágil, como una aurora súbita

asediada en la noche por un apocalipsis,
emerge silenciosa tu vestal armonía
entre pálpitos ebrios de la tierra incendiada.
Tal vez eres el tálamo de un héroe ennoblecido
con la salacidad que tú le despertaste,
o quizá eres la lírica epopeya del beso
en su peregrinaje por las mitologías.
Unicornios y fósiles de antiguos paraísos
perduran en la brasa caliza de tu efigie.
Dama de las tinieblas derrotadas, conjuro
del tiempo erosionado, talismán resurrecto
por la levitación desde la muerte: nunca 
cuerpo espiritual se alzó de la nostalgia
convertido en diamante y en transfiguración.
Oh pozo de metáforas: qué no decir de ti
si eres la urdimbre exacta del amor hecho carne
escondida en la piedra por un dolor silente.
La roca moldeó tu efigie desatada
y te dio el rostro alado y la gris transparencia
de una súbita diosa del color del otoño.
Dime de dónde surge tu secreta belleza,
y por qué eres la luz de los orígenes,
cónclave del amor, misterio errátil,
súbita diosa del otoño súbito. 


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