Hace hoy exactamente más de un siglo cruzaba el exquisito caballero las tierras de Bohemia. Un otro día exacto al día de hoy, tres siglos, más o menos, antes, el viaje de la vida de un músico y un bardo iba corriendo también en su calesa por Europa. Nada sabían uno del otro aquellos dos viajeros, pero ambos componían -al ritmo de caballos, de lluvias y de nieves-, sendos poemas, dos obras iguales que cambiaron el rostro de todos los conceptos y ya no hubo más antes ni después porque luego fue todo un solo verso, oh sortilegio extraño. Hay muchos otros hitos esparcidos por cavernas y túmulos y tiempos en forma de grafitis de todos los tamaños. Tantas vidas han ido por caminos ubicuos en tantas diligencias y transportes, llevando algún poema, partitura o efigie -palimpsestos facsímiles de todos los demás-, que ya se ha pronunciado el gran secreto -o acaso el gran vestigio- de la Historia. Cada humano que nace es una otra palabra en el léxico de la Humanidad. Algún día, por fin, he ahí la frase, el signo magno.
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