Shostakovich: Cuarteto nº 8
1.- Nadie debería permitirse creer en algo sin antes haber puesto en duda aquello que -con buena o mala intención, acertada o erróneamente- le han enseñado a creer. Solo así es posible el progreso ideológico, artístico y científico. Porque creer sin cuestionamientos significa anquilosar el pensamiento, el proceso de duda y, por tanto, de las nuevas certezas descubridoras de los errores.
2.- El mundo camina tan deprisa que aquel que se detiene retrocede. Cualquier razonamiento inteligente puede ser devastado por una inteligencia superior (incluido este mismo argumento). Por eso, cuando alguien dogmatiza desde un púlpito, una cátedra o una ideología está aferrándose a un principio que, pretendiendo ser inamovible como única verdad, inmoviliza, aprisiona y estanca el devenir de las ideas.
3.- Significa esto que la fe -la irracionalidad aceptada como logicidad- es la afasia de la razón, la negación del pensamiento y, por tanto, del hombre. Es el sacrilegio de la racionalidad. Y todos tenemos derecho a ser sacrílegos: pero tenemos el deber de ser racionales. El hecho de que haya creyentes solo demuestra que el hombre posee más imaginación -y desesperación- que razón -y esperanza-.
4.- No es digno aquel que se conforma con las respuestas de los otros; eso es tanto como declararse defensor de la esclavitud y condenatorio de la libertad. Todos los jefes de todos los países de todos los tiempos han impedido que el hombre se hiciese las preguntas necesarias dándoles de antemano las respuestas que los consolasen y acallasen. El hombre es una eterna pregunta. Creer es asumir enigmas. No es posible aceptar conclusiones desde el fanatismo. Quien no duda no busca la verdad. El más sabio no es el que posee más respuestas, sino el que tiene más preguntas. Y Dios -o el Poder- es la respuesta que anula cualquier pregunta.
5.- Envidio a los condenados a muerte: ellos no tienen que elegir.
G. Bellod
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