Querida Mercedes:
Probablemente, millones de sentimientos, emociones y pensamientos cruzan como aerolitos nuestra mente y nos empujan a decidir.
También probablemente, cientos de esas decisiones son acertadas y otras tantas erróneas.
Todas tienen una finalidad: satisfacer nuestra necesidad de sentirnos bien con nosotros mismos. ¿Y cuándo nos sentimos bien sino cuando los otros nos estrechan la mano, nos aplauden, nos quieren, nos aman...: es decir: cuando nos aceptamos a nosotros mismos a través de los otros. Pocos son autosuficientes y no necesitan que los demás les den el "visto bueno" a su conclusión, a la imagen que tienen de sí mismos.
Por eso Sartre afirmaba que "el infierno es el otro": son los otros los que nos encumbran o nos sepultan con su afecto o desafecto. La repercusión de los otros en nosotros es tan efectiva que bien podemos alterar la frase anterior y decir que "el infierno está dentro de nosotros": porque si no nos sentimos aceptados, amados... creemos ser nadie, nada, un fracaso en este mundo de presuntos triunfadores.
Así que haz lo que quieres que hagan contigo: ama, escucha, comprende, tolera...
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