Ni humanos ni animales han nacido para ser privados de libertad. Decía Montaigne que "si me prohibieran que fuese a un lugar al que jamás pensé ir, me sentiría en una prisión". Y es cierto: el horizonte no está formado por barrotes ni por cuatro paredes carcelarias. (Sin embargo, muchos viven felizmente en las cárceles de su mentalidad cerril).
Quien piense que es insoportable pasar una temporada confinado en su casa -debería ser autoconfinamiento-, considere que si hombres y mujeres y niños hubo enrejados en los campos nazis como castigo de ninguna culpa, mejor lo pasará él en las comodidades de su casa, como autoterapia preventiva.
Estos días el egoísmo consiste en no contagiar al otro, aunque solo sea para que el otro no nos devuelva el contagio.
Y además, siempre puede seguir la consigna del acompañamiento que no falla: "cuando quiero viajar, leo un libro".
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