Los cuadros más conocidos mientras suena Mozart (S. 40)
Esa es la pregunta que debemos hacerle a una obra o un autor para constatar su elocuencia universal e intemporal, aquello que lo enaltece porque supo ver el corazón del hombre en su esencial identidad. Los otros son los efímeros, los coyunturales, los triunfadores en un mundo de masas alienadas y, por lo tanto, los perdedores de la Humanidad.
He aquí la visión interior y exterior de la conciencia humana: Dostoiewski, Cervantes, Shakespeare, Petrarca, Defoe... ¿Quién no se reconoce en Karamazov, Don Quijote, Hamlet, las Rimas, Robinson...?
Son los testigos de la Historia porque aprehendieron la intrahistoria del individuo frente a sí mismo y ante sus semejantes.
Otro tanto cabe decir de esos otros libros que llamamos música y pintura.
Para atisbar la importancia de una obra basta con preguntarse: ¿Sería igual el mundo sin Miguel Ángel y Velázquez, Bach o Beethoven, Shakespeare o Cervantes?
Las artes y las letras nos dicen lo que somos y queremos ser. Son los pilares que sostienen la sensibilidad en un mundo de frívolas jactancias.