Beethoven: La consagración del hogar:
Derecho de pernada
- Paula: ¿De verdad no puede evitarse que cada semana un hombre mate a una mujer?
- Profesor: El hombre prehistórico sabía que tal vez muriese cuando iba a cazar para alimentar a los suyos. Eso le permitía ejercitar una situación de poder. La mujer, sujeta a la gestación y la maternidad, era poco más que un objeto sexual y reproductor al que exigía sumisión absoluta: algo semejante a lo que el caballero medieval llamaría "derecho de pernada". Hoy la mujer es una persona igual que el mejor hombre y no quiere humillaciones. Pero algunos siguen sin aceptarlo, continúan heredando comportamientos de violencia y se descontrolan...
- Paula: Una vecina mía recibe de vez en cuando una "caricia" violenta de su marido. ¿Cómo se ha llegado a esto?
- Paula: Una vecina mía recibe de vez en cuando una "caricia" violenta de su marido. ¿Cómo se ha llegado a esto?
- Profesor: Por lo que acabo de decir. Y porque a veces, queriendo proteger a quienes amamos, elegimos mal la protección y cometemos, sin desearlo, un mal menor para prevenir otro mayor. Por ejemplo: todos los padres quieren a sus niños: pero algunos les dan unos azotes por cruzar inesperadamente la calle: desean que teman cruzarla por el mal que supone. No se dan cuenta de que no hay peor mal para el niño que perder el afecto de sus padres, y esto es lo que él percibe: en adelante todo estará marcado en su conciencia por ese aparente desafecto; los niños más sensibles quizá incuben soledad, melancolía, depresión... o, al contrario, desarrollen un comportamiento agresivo. Entonces harán lo mismo con sus hijos. Porque la falta de amor engendra odio y este solo se apacigua con un falso y egoísta amor a sí mismo.
- Paula: Pero nadie tiene derecho a maltratar...
- Profesor: Y no hay que justificarlo, pero sí entenderlo para prevenirlo.
- Paula: Pero nadie tiene derecho a maltratar...
- Profesor: Y no hay que justificarlo, pero sí entenderlo para prevenirlo.
- Pedro: Pues yo no lo entiendo: mi novia, que es muy rara, no me deja ni que la toque; y eso que dice que me quiere. Ganas me dan de zurrarle.
- Profesor: Tu novia es libre de manifestar su afecto como crea conveniente. Es tu cariño el que debe convencerla. Esfuérzate, sin forzarla, en demostrarle lo que sientes y ella hará lo mismo; y acepta sus decisiones y las de los demás igual que quieres que acaten las tuyas. No puedes imponer, sino proponer. No le impongas tu libertad de elegir sin permitirle que sea libre para elegir -o no- tu elección. Si no comprendes sus motivos, respétalos. Así nunca caerás en los malos tratos y siempre serás bien tratado.
- Pedro: ... Pues yo también recibo de vez en cuando alguna "caricia" paterna...
- Profesor: ¿Y vas a remediarlo golpeando a tu novia como señal de amor? Si quieres castigar a tu novia con un golpe porque no accede a ser tu esclava, ¿qué castigo merecerías tú por convertirte en un animal? No lo dudes: tu padre quiere lo mejor para ti, como esa madre para su niño. Quizá heredaron malas conductas, de un tiempo en el que se creía (erróneamente, aunque se diga en El Quijote, I, 20) que "quien bien te quiere te hará llorar"; y aprendieron mal. (Y estaría igualmente mal si fuese la mujer quien maltratase: porque sería una derivación del machismo que queremos erradicar). Somos lo que heredamos, y también lo que nuestra voluntad decide. Por eso tú no debes repetir sus errores, sino aprender a legar lo mejor: que el amor -y su demostración afectiva- es la mejor puerta. Tú, con tu comportamiento comprensivo, debes ser el eslabón que interrumpa la cadena de malos tratos. Tal vez sea la única forma de que desaparezca la violencia hogareña -y, por tanto, la social-.
- Pedro: ... Pues yo también recibo de vez en cuando alguna "caricia" paterna...
- Profesor: ¿Y vas a remediarlo golpeando a tu novia como señal de amor? Si quieres castigar a tu novia con un golpe porque no accede a ser tu esclava, ¿qué castigo merecerías tú por convertirte en un animal? No lo dudes: tu padre quiere lo mejor para ti, como esa madre para su niño. Quizá heredaron malas conductas, de un tiempo en el que se creía (erróneamente, aunque se diga en El Quijote, I, 20) que "quien bien te quiere te hará llorar"; y aprendieron mal. (Y estaría igualmente mal si fuese la mujer quien maltratase: porque sería una derivación del machismo que queremos erradicar). Somos lo que heredamos, y también lo que nuestra voluntad decide. Por eso tú no debes repetir sus errores, sino aprender a legar lo mejor: que el amor -y su demostración afectiva- es la mejor puerta. Tú, con tu comportamiento comprensivo, debes ser el eslabón que interrumpa la cadena de malos tratos. Tal vez sea la única forma de que desaparezca la violencia hogareña -y, por tanto, la social-.