Ligeti: Lux aeterna
Autoelegía
Durante muchos años me salvó de la muerte
la fe en que el sufrimiento era
el fiero tributo
que la existencia exige al
auténtico artista.
El trágico heroísmo de soportar
la vida
a fin de conseguir una obra
indeleble
me concedió el valor y la
tenacidad
de un sísifo orgulloso; y bajé a
los infiernos
cuantas veces supuse que traería
la llama
de inmortales verdades que legar
a los hombres.
Yo buscaba la obra perfecta y
memorable
en versos tan exactos en su
ensimismamiento
que olvidaban al hombre y eran
tan solo esfinges.
Después miré a los ojos de la
palabra y supe
que la poesía es solo hallarle al
corazón
la sustancia verbal que permite
escucharlo,
y que dar nuestra voz a quienes
no la tienen
es el acto mayor de solidaridad.
Hoy sé que nada he escrito sino
mi propia fábula,
algunas elegías y un himno
inacabado.
Aunque nada me duele tanto como
saber
que el hombre cotidiano padece de
otras ansias
y mi hambre metafísica no ha de
saciar su sed.