¿Otros planetas habitables?
Seamos exactos y escrupulosos con la naturaleza humana: no todas las obras del hombre son dignas. Lo cierto es que pocas lo son. La Historia es una carrera desde el malestar hasta el bienestar, desde el sufrimiendo de las cavernas hasta el confort de los rascacielos, desde la lucha egoísta por conseguir el sustento a la convivencia solidaria para conseguirlo. Una lucha por vencer el hambre y las inclemencias, una instalación en la satisfacción de las necesidades y "el bien vivir". Buscamos en el mundo lo que queremos encontrar pero no hemos implantado. Por eso, para paliarlo, nació, por ejemplo, la agricultura. Sin embargo, el progreso es la conquista del confort y este, al perseguirse de nuevo egoístamente, el virus de la muerte.
Hemos desencuadernado el planeta y ya nadie sabe leerlo. Las armoniosas letras de piedra, vegetales, vientos, elementos que lo mantenían en equilibrio han perdido su sentido y ya los vientos de han convertido en vendavales, las lluvias en tormentas, la rama que prolongaba la mano hasta las altas frutas, en cañón matarife, la ley de supervivencia en asesinatos masivos... la búsqueda de la paz en guerras para conseguirla...
En esa estampida de los elementos naturales han crecido los porcentajes que sostenían el orden y los que lo desordenaban: hemos proclamado la ley de la confusión ecológica y con ella abierto la caja de pandora de la autodestrucción. ¿Conseguiremos intervenir en el bigbang).
Los virusaurios no son más que las primeras manifestaciones de nuestra insensatez. Añadamos más cosas al mundo, pero prevengamos primero sus consecuencias. ¿O no queremos aceptar que el portador de todo virus, desde el nacimiento de la inteligencia, es el hombre? ¿Algún planeta nos invitará a vivir en él?
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